No escuchar un disco de Narcotango por creer que es puro 2×4 sería un gravísimo error. “Limanueva” está mucho más cerca de Pink Floyd, Santana y The Cream que de Gardel o Julio Sosa.

El tercer álbum de estudio de este cuarteto contiene demasiado rock progresivo, con una sólida base en el tango que se remarca en el bandoneón de Carlos Libedinsky, quien también se encarga de la dirección musical y aporta su voz en la única canción de la placa que tiene letra: “Supongamos”.

Las nueve piezas restantes son unos exquisitos instrumentales donde la guitarra (Marcelo Toth) y el teclado (Mariano Castro) –la formación se completa con Fernando del Castillo en batería- también juegan un rol fundamental para ofrecer serenidad y una amplia mixtura de sonidos que hacen de “Limanueva” un material imperdible y grato para escuchar.

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