Viernes, 18 de Junio de 2004



0

“LOS SELLOS VEN UN BUEN FILON EN EL TANGO ELECTRONICO”


Noticias del Día Revista Ahora


Grabó su segundo CD, “Narcotango”, en forma independiente. Este es el estilo de trabajo de Carlos Libedinsky, quien valoriza el fenómeno de este movimiento musical, “que nace a las cuatro, cinco de la mañana, cuando los cuerpos están exhaustos”. Asegura que “el siglo XXI suena así y hay que saber cómo mezclar instrumentos acústicos con la tecnología”. Reinvindica a Massive Attack y admira a Osvaldo Pugliese: “Fue el artista más coherente de todos”.

Carlos Libedinsky Carlos Libedinsky


Vaya a saber cuál fue la musa para que este porteño, arreglador, productor, profesor y también bailarín transcribiera la danza pasional y nostálgica del tango en su lacerante y bohemio “Narcotango”, flamante CD que desconcierta la monotonía de las milongas. Un año y medio se tomó para realizarlo. En el Baires de hoy, el estilo de Carlos Libedinsky se asoma como una radiografía de la ciudad doliente y exhausta, atizada por una garra luchadora de épocas mejores. Nacido en Villa Crespo, de 42 años, sin hijos, y de novio con Rosana, cantante que surge en el compacto, dirige desde hace casi veinte años su escuela de música Tademus, en Belgrano, a la par que espera su viaje al Festival de Tango de Islandia en agosto próximo. Allí no habrá tanta objeción a su mezcla de sonido electrónico y bandoneón tanguero como puede sentirse “En la tropilla de la zurda”, la guitarra tersa de “Otra luna”, o la variación sobre “Mi Buenos Aires querido”. Irrefutable, es un sonido 2004…

–¿De dónde surge tu necesidad de mezclar ritmos ciudadanos con la electrónica?
–Viene de mi experiencia como bailarín vocacional de tango. Frecuento desde hace cinco años milongas como La Catedral, Salón Canning y La Glorieta de Barrancas de Belgrano. Y de pronto me surgieron ganas de bailar –además de los clásicos– otros temas que estuvieran más ligados a mi época, sin perder ese sentimiento porteño y argentino. Sonoramente todo me remitía al pasado.
–¿Entonces?
–Hoy mi cotidiano tiene que ver con el tango y ritmos que vienen de Massive Attack, una música electrónica que impacta en los centros bajos, tan erótica como el género ciudadano. Lo mío es música de Buenos Aires gestada en el corazón de la milonga, ésa de las 4, 5 de la mañana cuando los cuerpos están exhaustos y las cosas se tornan medio oníricas. Ahí todo se hace más íntimo, menos expuesto para los demás. El grueso de la gente ya no está. Se ve otra frecuencia, el nivel etílico sube a veces y hay menos show off, más encuentro.
–¿Y qué se ve en los cuerpos de los bailarines en esas horas?
–Aparecen otros tipos de bailes. Los viejos milongueros trabajan el abrazo cerrado, que es muy lindo, pero también son placenteras las formas abiertas. Los cuerpos entran en una frecuencia muy circular y hay lugar para experimentar cosas que estarían mal vistas por los ortodoxos. Se ven figuras como las colgadas, un balanceo de los cuerpos que va del pecho a la cadera. También se habla de planeo, un movimiento circular giratorio bellísimo que por momentos parece un arte marcial.
–¿Qué diferencia hay entre las milongas locales y las de afuera?
–Algunos tangueros de acá dicen que lo nuestro es una mariconada. También lo decían de Piazzolla. Afuera hay menos prejuicios. En enero, en Suecia y Holanda ya conocían mi disco. En Estados Unidos, Alemania y Francia hay una fuerte comunidad tanguera capaz de conocer antes de rechazar lo nuevo. Allí nos presentamos en vivo y la banda tiene la parte de sampler con tracción a sangre que la hace muy potente.
–¿En la música notás el mismo nivel de experimentación que en la danza?
–No, por eso surgió mi necesidad de incursionar en letras y conceptos contemporáneos luego de hacer temas tradicionales con otras formaciones. En “Aldea global” planteo situaciones cotidianas como el uso del preservativo, las dietas, las cirugías, el cobro de tarifas públicas, esas que dicen primero pague y reclame después. En “Narcotango” no hay letra, pero el disco te sumerge en un universo visual, fantasioso, que va directo a centros emotivos. El siglo XXI suena a electrónica y ello supone manejar gran información, como mezclar instrumentos acústicos con la tecnología. Este es un sonido que recibimos de los medios de comunicación y de músicas diversas.
–¿Aspirás a ser un artista de catálogo?
–Sí, claro, aunque es difícil saber qué pasará con una corriente tan actual. Los momentos musicales decantan luego de varios años, pero hay un gran alboroto con la nueva música ciudadana con resultados más o menos felices. Además, este fenómeno viene pegado con la cuestión comercial donde las discográficas ven un buen filón en el tango electrónico. No sé qué haré a futuro… pero “Narcotango” es lo que más me identifica de todo lo que he hecho musicalmente. Acá me siento entero.
–El título “Narcotango” es muy sugestivo. ¿Cuando te sentaste a componer el disco te fumaste un porro como los chicos de Estopa?
–El porro no es un método de trabajo para mí y tampoco estoy a favor de la destrucción de la droga. Pero como artista, todo lo que amplíe el espectro perceptivo sirve. También lo amplía una charla, un buen vino, un libro, una película.
–¿Cómo se dio la difusión de tu música?
–A través de la gente. Se dio solo, no tengo una discográfica detrás, ni he hecho ningún tipo de publicidad, soy independiente. Estuve un año y medio trabajando en “Narcotango” y a medida que terminaba los temas se los daba a mis amigos bailarines, a gente de la milonga y a otros que estaban en el exterior dando clases. Así se conoció antes de salir.
–¿Y qué te parece Bajofondo?
–Ellos han tenido gran difusión y a nosotros nos benefició. De paso los disqueros ofrecen nuestra música. Para mí Bajofondo es muy light, no me conmueve, aunque esté la voz de Adriana Varela y aparezca el Polaco Goyeneche. Si estoy en la discoteca mientras bailo y tomo un trago lo recibo bien, pero no me pega emotivamente.
–Por último, si pudieras compartir una madrugada con algún tanguero que ya no está, ¿a quién elegirías?
–Elegiría compartir una noche con Pugliese. Me emociono y me conecto con él cuando bailo su música. Además, fue el artista más coherente de todos. Unió su modo de pensar con una forma de trabajo. Se jugó por sus ideas. Fue el único que repartía sus ganancias por igual.






| |
Copyright 2002 Crónica Digital SA. | Desarrollado por DP Media
Resolución recomendada 800 x 600


¿Olvidó su Clave?

Registre un nuevo Usuario