Domingo, 27 de Febrero de 2005 12:00:00 a.m.
Armar tangos
Ahora que al presidente de cierto partido blanquiazul le ha dado por armar tangos y berrinches por quÌtame estas pajas (°hÌjole, capaz que me demanda!) conviene echarle un vistazo al movimiento de renovaciÛn tanguera que anda por el mundo. El tango es un ritmo que, como casi todos los ritmos que a mÌ me gustan, naciÛ de raÌz negra, en un puerto y arropado por los humos de alcohol en burdeles y bares de buen morir.
Las cabezas visibles de tal movimiento, coincidencias tal vez, est·n en los colectivos sonoros de Bajo Fondo Tango Club de Gustavo, el ìGur™î Santaolalla y Gotan Project. Uno en Los Angeles y el otro en ParÌs. Los dos buscan, desde el lenguaje del tango, crear atmÛsferas barriobajeras inundadas de elementos elÈctricos y eclÈcticos que van del rock al jazz, la m™sica de concierto o incluso el rap. Pero, afortunadamente, no son los ™nicos que arman tangos modernos, sin contar por supuesto al intolerante e irrisorio presidente de ese partido blanquiazul. La imprescindible colecciÛn de la Rough Guide lanzÛ en su colecciÛn de world-music el disco ìTango Nuevoî bajo el atinado subtÌtulo de ìinnovaciÛn y revoluciÛnî. Un disco en el que conviven sin complejos la m™sica tanguera de rockeros, tanguistas jÛvenes, viejas glorias revividas a golpes de grappa, pianistas electrÛnicos y jazzistas.
Daniel Melingo, un multiinstrumentista de dread-locks, prÛfugo del rock en proyectos indispensable del rock hispanoamericano como los entraÒables Abuelos de la Nada y los irreverentes Lions in Love abre el disco con el tema ìJosÈ el Cuchiyeroî (Èl lo escribe asÌ) que es la crÛnica roja, en lunfardo, de un matarife de cuarta. Melingo recuerda la esencia de los payadores y el espÌritu rebelde y retador con el que naciÛ el tango. Su discurso musical, enraizado en el tango m·s b·sico, es al mismo tiempo un acercamiento rebelde al gÈnero para revitalizarlo con lo que siempre fue: m™sica de la media noche de los desesperados. Temas adelante, el trÌo La Chicana, hace la crÛnica delirante de ìLa Marylinî, una rubia platinada de yins apretados que aspira a salir de su barrio del brazo de un licenciado, un doctor, un arquitecto. El ritmo de La Chicana es igual de delirante, tango con esencia africana de chamamÈ y chacarera. El disco incluye la extraordinaria interpretaciÛn de Roberto el ìPolacoî Goyeneche, una leyenda del tango, junto a Adriana Varela. Entre los dos recrean, bordan se dirÌa, el cl·sico tema de Piazzola y Ferrer ìBalada para un locoî. El ìPolacoî canta con su voz de borrachera, sus frases cortadas, su ronca media voz que no sale del todo y parece ahogarse constantemente. Varela es luminosa, plena, con registros suaves y, como dicen en inglÈs, de ìsmoky voiceî. Una joyita de interpretaciÛn que, por sÌ sola, vale el disco.
En varios temas hay sorpresas que dejan pasmado a un iniciado en lides tangueras lo mismo que a un neÛfito. Por ejemplo Omar Mollo canta tango con actitud punk. Su pasado como rockero de lÌnea dura, su filia con Diego Mollo el lÌder de Los Divididos y en general su desparpajo de mezclilla, Dr. Martens y camisetas con consignas sociales le dan un aire bastante lejano a lo que un tanguero suele ser. Su interpretaciÛn del cl·sico ìNostalgiasî es el mejor ejemplo. Cuando arrastra con su canto aquello de ìnostalgias de sentir junto a mi bocaÖî es como si un perro rabioso de la calle ladrara maldiciendo su suerte. La furia de su interpretaciÛn redime a la misma canciÛn de las versiones endulzadas y de aire pop.
Y puestos a hablar de la furia cÛmo pasar por alto la furia al piano de Sonia Posseti. Una concertista de conservatorio que decidiÛ aplicar sus tÈcnicas y talentos al tango, milongas, toques de jazz y m™sica de concierto. Los di·logos instrumentales son una especie de puente veloz por la historia del ritmo desde la raÌz m·s profunda del candombe hasta la fusiÛn. Tango con swing. Otro pianista que encontrÛ puentes entre el tango y el jazz es Adri·n Iaies. Tan jazz va el asunto del tango que graba en Lola Records, la compaÒÌa discogr·fica de latin jazz del cineasta espaÒol Fernando Trueba. Pero, por si todo no queda claro, titulÛ a su disco ìRound Midnight y otros tangosî. Su discurso sonoro est· pletÛrico de ambos estilos, fusionados de tal modo, que ni uno se come al otro. Es una sana convivencia que busca nutrirse mutuamente. Otro que apela al jazz es Juan Carlos C·ceres quien con el tema ìToca Tangoî nos recuerda a plenitud la negritud del ritmo y cÛmo all· por los albores del siglo XX Buenos Aires hervÌa de negros cimarrones. Tango a puros golpes de percusiÛn. O, lo que es lo mismo, todos somos de Africa hasta que se demuestre lo contrario.
La apuesta de todos estos artistas argentinos es la de vencer el prejuicio. Los ritmos populares no tienen por quÈ ser aburridos ni convertirse en modelos repetidos hasta el hartazgo. La revitalizaciÛn de una m™sica popular tradicional puede provenir, precisamente, de la ruptura. La m™sica mexicana popular adolece, precisamente, de eso. Los artistas alternativos argentinos han puesto la muestra de cÛmo acercarse a lo tradicional desde un lenguaje contempor·neo. Por quÈ, por ejemplo, los cantantes de m™sica mexicana siempre repiten el mismo esquema de interpretaciÛn hasta el hartazgo. Tal vez nadie se ha dado cuenta que en JosÈ Alfredo JimÈnez late un blues, una balada en jazz. Que acaso ning™n buen arreglista se entera que en las composiciones de Mauricio DÌaz el ìHuesoî hay toda una gama de ritmos jazzeables.
Lo bueno, es que en otros paÌses se dan cuenta que tocar m™sica tradicional no tiene por quÈ ser la mera copia de modelos decimonÛnicos o modelos dignos de Siempre en Domingo (°horror!). Y, para botÛn de muestra, que quede el ejemplo de Carlos Libedinsky quien con cajas de ritmos y secuencias, violines, contrabajo, y texturas electrÛnicas crea en el tema ìVi Luz y SubÌî, de su disco ìNarcotangoî. Tango posmoderno para el siglo 21. Un trip de ·cidos rioplatenses. La m™sica electrÛnica tambiÈn se quedÛ a vivir en el barrio de la Boca. Salud.

daviddorantes@journalist.com