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Narcotango, un estimulante electrónico |
Redacción Cultura
Desde
que nació el género a finales de la década de los
noventa, el tango electrónico ha provocado a miles de personas
sobre todo en América Latina y Europa. En opinión de la critica,
Narcotango es uno de los grupos pioneros del ritmo. Carlos Libedinsky,
compositor y músico, es una de las figuras más visibles de la escena.
¿Qué cambió en su propuesta desde Narcotango 1?
La
propuesta es en esencia la misma fuerza del tango del primer
disco unido a la nota electrónica que nos ha caracterizado.
Acabamos de llegar de Europa, donde estuvimos dos meses de gira. Y la
identidad del grupo está en su mejor momento.
Hoja de vida Carlos Libedinsky Como
músico y compositor ha transitado por géneros
como el rock, el blues, el pop, la música medieval y el
tango. Ha trabajado también creando música para
montajes teatrales. En el 2003 aparece Narcotango 1.
Desde hace 20 años es director del Taller de Múisica Tademus. ¿Una identidad que se funda en una faceta sensual, voluptuosa del tango?
Nuestro
espectáculo siempre ha estado identificado mucho con el baile, para el
espectáculo de mañana tenemos a una pareja haciendo danza aérea, la
mixtura entre tango y hip hop... y otra pareja que baila la variante
llamada tango nuevo que es una concepción contemporánea del tango... La vez anterior en Quito, usted dijo que no sabía si iba a seguir en el tango. Pero ahora da la impresión de que sí. A
mí también me da esa impresión. En estos últimos años han surgido
muchos discos de tango electrónico, peo no hay una evolución evidente
en el género.
¿Qué pasa?
Parece
que de los que se dedican al tango electrónico, no hay mucha
gente que en realidad toque tangos. Vienen más de la electrónica o del
rock. Pero todavía hay que esperar a ver si los músicos logramos crear
un lenguaje que soporte el paso del tiempo.
Hay muchos grupos ahora. ¿Cree que se volvió moda?
No
veo una connotación mala en la palabra moda. La moda se instala durante
un tiempo en los canales de difusión y en el gusto masivo de la gente.
Eso es un momento y nada más. Lo más importante es lo que ocurra cuando
esa moda pase. Ahora hay más grupos que investigan, algunos con mayores
recursos que otros...
¿Cree que lo suyo revitalizó al tango tradicional?
Hace
algunas décadas las expresiones del tango estaban estancanadas
por el ‘establishment’, del tango. Era como que había que
pedir permiso de alguna gente. Ahora los chicos
escuchan tango electrónico pero también tango, sin pedirle
permiso a nadie.
¿Es igual el interés en Europa que en América Latina?
Parece
cierto ese lema de ‘pinta tu aldea y el mundo te escuchará’, Hay
mucho interés en muchos lados. Esta visita a Quito es una alegría muy
grande porque demuestra que la gente ha quedado interesada en nuestra
propuesta.
¿La propuesta de un tango en estilo narcótico?
Eso
tiene que ver con la misma génesis del grupo. Narcotango nació en
el 2003 como una respuesta a mi inquitud por el baile del tango.
Después de 10 años de tocar tango recién empecé a bailarlo. Fue un
enamoramiento con ese mundo mágico y sensual de los cuerpos en
movimiento. Es como una droga. Y es el que moviliza al tango en todo el
mundo.
¿Estimulante o lenitiva?
Como dice en el primer disco: el tango es una droga que genera una poderosa y sensual adicción. Pero usted transitó por muchos géneros (incluso la música medieval) para llegar de nuevo al tango... Mi
formación ha sido, en efecto, muy ecléctica. El hecho de haber
cultivado diversos géneros te enriquece al momento de componer.
Narcotango es el momento más alto en composición que he tenido como
compositor.
¿Se considera un pionero?
Y
bueno, pasó así. Pero el tango electrónico es algo que lo estamos
inventando todavía. Tiene muy poco tiempo de vida pero en el mundo
suena con mucho impacto. Nos complace mucho que una expresión local
pueda volverse universal y contemporánea.
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