Redacción Cultura
Alrededor
de las 22:00, la gente salía emocionada del Teatro Bolívar en el Centro
de Quito. Algunos todavía tarareaban una melodía, otros, un poco más
audaces, todavía dibujaban, con un inquieto trazo, algunos pasos
sobre los adoquines de la calle Chile.
¿La razón? Un excelente concierto que estremeció a quienes asistieron al teatro a ver a la agrupación argentina Narcotango.
Desde
el inicio se sintió la intensa energía que caracteriza la
poderosa música del grupo. Mario Rizzo, bailarín, sintetizó con
los movimientos de su cuerpo el concepto musical de la banda.
Mientras
el bandoneón de Matías Rubino sobresalía del ambiente electrónico
de los teclados de Sebastián Monk, Rizzo daba vueltas y sus pies
parecían despegar del suelo. Bailaba solo, pero al mismo tiempo parecía
estar acompañado, ya que abrazaba el aire y compartía su espacio etéreo
con alguien... quizás con la mujer a quien pertenecían los labios que
se proyectaban en la pantalla del fondo. Con excelente expresión
corporal, Rizzo combinó en su cuerpo la tradición del tango y la
modernidad de la electrónica.
Los cinco músicos sobre el
escenario sonaron precisos y sedujeron al público con melodías a veces
un tanto más clásicas, bordeando la nostalgia porteña. En otras
ocasiones sonaron más intensos, más cercanos al riguroso ímpetu
de la actualidad.
Luego, una pareja de baile se adueñó del
escenario, realizando pasos de baile que parecían imposibles,
donde la chica parecía que llegaba a volar alrededor de él.
La
voz de Rosana Laudani brilló con luz propia en varios temas acompañando
con solos a los demás instrumentos de la banda dirigida por Carlos
Libedinsky.
También el espectáculo presentó una serie de artes
circenses. Una luz redonda y dirigida iluminaba a una maravillosa
artista que hacía acrobacias aéreas al ritmo de la música. Su sombra,
sobre la pared, repetía los gestos exactos del cuerpo de la artista.
Al
final, la gente aplaudió de pie emocionada. La música de
Narcotango logró seducir al público quiteño con una mezcla, cada
vez más habitual y cercana, que fusiona los sonidos clásicos del tango
con los generados por sintetizadores, samplers y computadoras.