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S·bado 17 de enero de 2004  AÒo VII   Nƒ 2847
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MUSICA: EL ASCENDENTE FENOMENO DEL TANGO Y LA MUSICA ELECTRONICA

El malevaje extraÒado me mira sin comprender

Cada vez hay m·s grupos que unen los dos gÈneros. Funcionan en circuitos alternativos a los tangueros. Muchos dicen que es sÛlo una moda. Otros, el futuro del tango. AquÌ, una tendencia servida en bandeja.



Mariano del Mazo. .




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En tÈrminos de imagen, a principios de los aÒos 90 el tango habÌa dejado de ser sÌmbolo de decrepitud, peluquÌn y barrio para convertirse en un espejo de glamour, elegancia y mundo. Los publicistas se percataron del cambio al instante y Carlos Gardel multiplicÛ su estampa de colectivo y filete en el shopping del Abasto, en marcas de aperitivos, revistas de diseÒo.

Mientras en Buenos Aires el fenÛmeno de la milonga crecÌa y se sostenÌa en cientos de chicos y chicas lanzados a las pistas para entreverarse con bailarines veteranos, desde Europa los viajeros del 1 a 1 traÌan un rumor: el de un tecno machacoso con algunos matices de tango y bandoneÛn. Era el Got·n Project, una iniciativa del argentino Eduardo Makaroff junto con el dj. francÈs Philippe Cohen Solal y el suizo Christoph Muller. Este proyecto, de mediados de los 90, derivÛ en un disco cuyo tÌtulo dejaba intuir m·s que un concepto, una intenciÛn comercial y vacÌa de contenidos: La revancha del tango.

Como ocurriÛ con el tango en sus primeras dÈcadas, el rebote europeo fue significativo. La idea de tango electrÛnico o tango dance cruzÛ el ocÈano, se instalÛ y se fortaleciÛ. A aÒos luz de la evoluciÛn del piazzollismo o del bandoneÛn con sonido met·lico de Eduardo Rovira, ya Fernando Samalea habÌa coqueteado con esmerados trabajos de fusiÛn de tango y programaciones; ya Daniel Melingo habÌa interrumpido sus piezas lunfardas con algunas bases de dub. Ya el gÈnero tenÌa una camada joven y sÛlida de m™sicos y orquestas de tango, digamos, tradicional. Fue en 2002 cuando Gustavo Santaolalla vio el filÛn y se mandÛ. Fue en 2003 cuando la tendencia se afirmÛ hasta lÌmites insospechables.

Hay que decirlo: cualquiera mete hoy un acorde menor, la mano derecha en un bandoneÛn, un bombo de dance y saca un disco cuyo tÌtulo nunca evita la palabra tango. Si tiene intenciones de ubicarlo en Europa puede agregar sonidos de cacerolas y bombos y samples de discursos de Evita, el Che o PerÛn. El collage suele resultar intolerable.

Nadie niega que el fenÛmeno estÈ relacionado con la moda y con todo aquello que representa el tango. El gÈnero, dirÌa Landr™, hoy es in. "Es una realidad —dice Almada, de Tango Crash— Pero criticar es f·cil. Creo que lo bueno es que se sume cada vez m·s gente en esta direcciÛn. Es el ™nico modo de que esta m™sica nueva pueda ir teniendo m·s calidad y, sobre todo, b™squeda profunda". Santaolalla se corre de la movida general: "A diferencia de otros proyectos, nosotros trabajamos duramente la lÌnea de bajos, los beats, todo". Dentro de ese aura pionera que sugiere, el disco Bajofondo Tango Club es de lo mejor que se haya hecho en este subgÈnero. Aunque desparejo (entre la versiÛn de Naranjo en flor y Exodo II, por caso, se ve el abismo) y cierto engolosinamiento con los samples (Goyeneche, D'Arienzo, Susana Rinaldi, Jaime Roos...), este combo rioplatense abriÛ una huella bien distinta a la de Got·n Project.

Una de las preguntas que aparecen alrededor del tango electrÛnico es si est· hecho para la disco o para quÈ. Al menos aquÌ en la Argentina, se baila poco. Los distintos productos pendulan entre el dance y el ambient. Dice Santaolalla: "Lo nuestro no es dance, es m™sica para escuchar". Dice Almada: "La fusiÛn con el tecno no funciona demasiado bien. Hay que poner la mirada en la composiciÛn y los arreglos. Creo que por eso no hay aquÌ tangueros de sangre". Es cierto: el fenÛmeno no pertenece al tango, gÈnero que, por otra parte, actualmente est· exhibiendo una formidable lozanÌa en el campo instrumental. El fenÛmeno pertenece a los m™sicos electrÛnicos y rockeros cansados del rock. Esto reciÈn empieza. "Yo soy milonguero. Voy a las milongas. Pero en casa escucho a Massive Attack y Bj–rk", dice Carlos Libedinsky, de Narcotango.

Antes de que la movida decante y se devele cu·n pasajera o no es la amalgama, Buenos Aires ya est· invadida. Basta prender la tele y escuchar la m™sica de fondo de informativos, im·genes de f™tbol, cortinas de especiales. Un bandoneÛn cortado y un beat, un violÌn y un scratch: montados sobre una tradiciÛn, acaso fundando otra.





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S·bado 17 de enero de 2004

 
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Narcotango: adicciÛn electrÛnica



Integrantes: Carlos Libedinsky (composiciÛn, guitarra, programaciÛn), Patricio Bonfligio (bandoneÛn), Federico Terranova (violÌn), Sebasti·n Monk (piano y teclados), Fernando Del Castillo (baterÌa), Diego Pojonovsky (contrabajo).

Historia: Luego de transitar diversos gÈneros musicales liderando grupos de rock y blues, m™sica contempor·nea (d™o de guitarras Imago), como integrante de la agrupaciÛn de Emilio del Guercio y en el conjunto de m™sica renacentista y me dieval M™sica Ficta, en 1992, Libedinsky incursionÛ en el tango con el d™o Los Mareados.

Disco: Narcotango (2003).

Textual: "No me preocupa defender si esto es o no tango. Entre la electrÛnica y el tango los que pierden son los talib·n de la cultura, los que no quieren que nada se mueva. Cualquier expresiÛn cultural debe tener la posibilidad de modificarse, porque si se detiene la cultura se detiene la vida. En el tango hay muchos talib·n". (Libedinsky)

 
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